Es el último regreso de Tiger. ¿O será el penúltimo? Nunca se sabe tratándose de un deportista que ha muerto y resucitado tantas veces. El ganador de 15 grandes regresa este jueves a la competición en el torneo que organiza, el Hero World Challenge (19.30, Movistar Golf), en Albany (Bahamas), y después de un enésimo paso por el quirófano y otros siete meses de parón. El Tigre se retiró del último Masters de Augusta cuando no había concluido la tercera jornada y era el último de la clasificación entre quienes pasaron el corte, el 23º seguido para él en su jardín. Era un hombre cojo que apenas podía mantenerse en pie sin que las piernas le temblaran. El palo de golf casi le era más útil como bastón que como herramienta de juego. Diez días después fue intervenido del tobillo derecho, la última hoja en un parte médico que incluye una decena de operaciones en las rodillas y en la espalda y un accidente de tráfico en febrero de 2021 que por poco le cuesta la pierna derecha. Hoy, 236 días después de aquel 8 de abril en Augusta, volverá a situarse en el tee del uno y apuntará a bandera. Dentro de un mes, el 30 de diciembre, cumplirá 48 años.
“Me encanta jugar, me encanta competir, lo echo de menos. Llegará un momento en que no pueda volver a ganar. Entonces me marcharé”, comenta Tiger antes de salir al ruedo. Desde aquel día en que perdió el control de su vehículo a alta velocidad apenas ha dejado sufrimientos fogonazos. En 2022 fue 47º en el Masters, se retiró en el Campeonato de la PGA y falló el corte en el 150º Open Británico en Saint Andrews. Este año, una ración menor: 45º en el Genesis y bandera blanca en el Masters. Ni siquiera Woods es capaz de anticipar qué jugador es ahora. “Tengo curiosidad por ver lo que pasa. Mi golf está algo oxidado porque no ha jugado por mucho tiempo. Los médicos se sorprendieron por la fuerza que ejercía sobre el tobillo pegando impulsos. Me operaron y tenía que estar seis meses sin hacer nada. Los dos primeros fueron muy duros. Ahora no me duele el tobillo como en Augusta, aunque sí las rodillas y la espalda”, explica.
La última cirugía le concede un halo de esperanza. Su gran padecimiento era lo más sencillo del juego, caminar por el campo durante 18 hoyos sin retorcerse. Cualquier sesión terminaba en largos baños de hielo. Hoy ese peaje parece menos doloroso, y ya se probó haciendo de caddie de su hijo Charlie, de 14 años, durante tres días en un torneo júnior. Podía resistirlo. Y aquello le convenció de volver. El último retoque a ese cuerpo lleno de disfraces había funcionado, y hoy Tiger mira a medio plazo. Dentro de dos semanas jugará con Charlie el PNC Championship, una cita familiar por parejas. “Mi mejor escenario es un torneo al mes, eso es realista”, afirma Woods. Eso supondría disputar el Genesis en febrero, el Players en marzo… y claro, en abril el Masters, allí donde resucitó por última vez en 2019, su 15º grande, a tres de los 18 de Jack Nicklaus. Su templo. En su mente quizás no esté alcanzar al Oso Dorado, pero sí deshacer el empate con Sam Snead como los mayores vencedores en el circuito americano, con 82 victorias cada uno.
Woods es hoy el número 1.328 de la clasificación mundial. Su futuro es tan incierto que hasta Joe LaCava, su caddie Durante 12 años, rompió con él para llevar la bolsa de Patrick Cantlay. En Bahamas a Tiger le acompañará Rob McNamara, y el fundición para ser su pareja el próximo año está abierto. Mientras, el Tigre continúa como abandonado del PGA Tour en el conflicto frente a la rompedora Liga saudí, y la competición virtual que organiza se ha aplazado hasta 2025. Hasta entonces, ¿qué será de Tiger?
“Nadal va más allá del dolor”
Son dos campeones heridos. Un hilo une a Tiger Woods y Rafa Nadal, dos atletas acostumbrados tanto al éxito como al sufrimiento por las lesiones. Mientras el tenista español ultima su recuperación para regresar a las pistas y volver a competir al más alto nivel, Tiger Woods se mira en el espejo del balear y encuentra ahí motivos para el optimismo. Si Nadal es capaz de un último baile a los 37 años, él también quiere intentarlo aunque sea un decenio mayor. “Lo que ha hecho Rafa es extraordinario”, cuenta Tiger sobre el vencedor de 22 grandes, a dos de Novak Djokovic. “Ganó un Open de Australia con un pie roto. Va más allá del dolor y la competitividad. La pasión con la que juega es inspiradora”. Como él, también Woods conquistó un título del Grand Slam cojo, el US Open de 2008. “Nadal es más que duro y más que competitivo. Él sabe que el tiempo está aquí. Todos los atletas se enfrentan a él. Aunque en algunos deportes sucede más rápido que en otros, y desafortunadamente, como en todos los deportes, envejeces. No quiero que se marche. Nunca quise ver a Federer irse, pero eso es lo que pasó. Todos deberíamos disfrutar de verlo competir, de ver jugar y de lo que ha significado para el juego, lo que ha significado para todos nosotros, ver la pasión con la que juega y por qué juega”, reflexionó el golfista estadounidense sobre el tenista español.
La admiración es mutua. Preguntado sobre sus ídolos deportivos, Nadal siempre ha señalado a Tiger Woods como uno de sus pocos verdaderos referentes al más alto nivel. Hoy, más allá de la cumbre, la lucha contra la retirada les une.
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