“No estamos interesados en una guerra contra los hutíes en Yemen, no estamos interesados en ningún tipo de conflicto. Queremos que cesen sus ataques”. Consciente del riesgo de extensión del conflicto que supone el ataque lanzado este viernes por Estados Unidos y el Reino Unido contra objetivos en Yemen de la milicia aliada de Irán, el portavoz del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, John Kirby, ha insistido en que Washington no busca un enfrentamiento directo. Ha sido el primer gran acto de represalia desde que los hutíes comenzasen a hostigar a los buques mercantes en el mar Rojo, por donde atraviesa alrededor del 15% del tráfico marítimo mundial, según estimaciones estadounidenses, en respuesta a la invasión israelí de Gaza. La tensión, que ya venía en aumento en las dos últimas semanas, se extrema ahora con la promesa de respuesta de los rebeldes yemeníes. Kirby ha dejado claro que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, “no dudará en tomar más medidas si es necesario” para proteger la navegación, como hace una coalición naval que lidera desde diciembre. Teherán ha asegurado que los ataques alimentan la “inseguridad e inestabilidad” en el Oriente Próximo, aunque los expertos no prevén que se implique de forma directa en defensa de sus aliados.
La Casa Blanca sostiene que la acción militar se ha desarrollado de acuerdo con la legislación estadounidense y el derecho internacional. “Todos (los emplazamientos atacados) eran objetivos militares válidos y legítimos”, ha agregado el portavoz a bordo del avión Fuerza aérea unoen el que Biden se dirigió a un acto en Pensilvania.
Las fuerzas estadounidenses y británicas atacaron sistemas de vigilancia antiaérea, radares y arsenales de drones, misiles de crucero y balísticos en distintos puntos de Yemen bajo el control de los rebeldes hutíes. Ambas capitales han advertido que los repetirán si continuarán los incidentes hostiles en esas aguas. Este mismo viernes, los fabricantes de automóviles Tesla y Volvo han comunicado la suspensión temporal de parte de su producción en Europa debido a la escasez de componentes por las alteraciones del tráfico marítimo en esas aguas.
Al final, tres meses después del ataque de Hamás en Israel, la expansión del conflicto en Gaza no se ha producido donde más se temía: países vecinos del Estado judío, como Líbano, con la milicia Hezbolá; o Siria, con las milicias proiraníes. El ejército israelí mantiene escaramuzas diarias en ambos frentes desde octubre, pero ha sido en la otra punta del mar Rojo donde han entrado en acción dos aliados de Israel, Washington y Londres, abriendo fuego contra un grupo amparado por Irán que controla el 30% del territorio de Yemen, incluida la capital. Los hutíes han lanzado además puntualmente drones y misiles contra la ciudad israelí de Eilat, en la punta norte del mar Rojo, y con decenas de millas de desplazados en hoteles.
Desde que estalló la crisis en la región, por los ataques masivos por sorpresa de Hamás (unos 1.200 muertos y más de 200 rehenes) a los que siguió una ofensiva israelí en Gaza que ha matado a casi 24.000 palestinos (más del 1% de la población de la Franja), una de las grandes prioridades de Estados Unidos ha sido evitar la extensión del conflicto. Biden apoya la campaña israelí económica, armamentística y diplomáticamente, pero busca reducir el papel del país en el Oriente Próximo, por lo que no quiere implicarse de pleno. Menos aún en medio de una batalla electoral que comienza este fin de semana con los caucus republicanos en Iowa.
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La tensión venía en aumento desde el último día de 2023, cuando los helicópteros estadounidenses hundieron tres embarcaciones de los hutíes que iban de abordar un buque. El martes, el movimiento yemení lanzó el mayor de sus 27 ataques contra barcos en el mar Rojo. Ese mismo día, durante su visita a Israel, el secretario del Estado de EE UU, Antony Blinken, ya advirtió de que sus Fuerzas Armadas respondían si eran “atacadas o amenazadas”. “(Los hutíes) no son solo una amenaza para nosotros o para Israel, sino para toda la comunidad internacional, porque vienen atacando el transporte marítimo en un mar que provee cada día el 15% del comercio global”, señaló. El miércoles, el Consejo de Seguridad aprobó, con los votos en blanco de Argelia, Rusia, China y Mozambique, la resolución 2722, que ordenaba a los hutíes cesar de inmediato su hostigamiento.
En teoría, los ataques en respuesta a la invasión de Gaza han ido dirigidos a buques mercantes supuestamente vinculados o con origen o destino en puertos de Israel, aunque no siempre ha sido así. Las principales compañías de transporte marítimo están impidiendo el paso y optan por circunnavegar África por el cabo de Nueva Esperanza, lo que ha encarecido las fletes un 170%.
coalición naval
Ante el problema, Estados Unidos forjó en diciembre con una decena de países una coalición naval bautizada como Guardián de la Prosperidad. Ahora, la Unión Europea propone crear una nueva misión naval especial de seguridad para patrullar el mismo mar. Sería independiente de Guardián de la Prosperidad, pero compartirían información secreta, según una propuesta confidencial enviada el jueves por el Servicio de Acción Exterior de la UE (SEAE) a los Estados miembros, ya la que ha tenido acceso a EL PAÍS. Aunque salga adelante, España no enviará buques a patrullar el mar Rojo, ha aclarado este viernes la ministra de Defensa, Margarita Robles.
El ataque no solo eleva el alcance del conflicto a otros actores y espacio geográfico. También revela la brecha entre Estados Unidos y casi todo el mundo árabe por el apoyo que presta a Israel. Ayman Safadi, el ministro de Exteriores de Jordania ―un aliado de Washington que tiene relaciones formales con Israel desde 1994― responsabilizó de la “creciente tensión en la región” a la “agresión israelí en Gaza y la comisión constante de crímenes de guerra contra el pueblo palestino y de vulneraciones del derecho internacional con plena impunidad”, según la agencia estatal Petra.
El único país árabe integrado públicamente en Guardián de la Prosperidad es Baréin, que alberga la Quinta Flota estadounidense y forjó relaciones diplomáticas con Israel en 2020, pese a la importancia del tráfico marítimo para otros, como Egipto, con 1.500 kilómetros de costa en el mar. Rojo. Tampoco están Arabia Saudita ni Emiratos Árabes Unidos, los dos principales países en la coalición que combatieron a los hutíes desde 2015 para luego ir reduciendo su implicación. Riad, que negocia desde hace meses un alto el fuego definitivo con la milicia y restableció relaciones diplomáticas con Teherán hace casi un año, ha expresado su “gran preocupación” y ha pedido “contención” para evitar una escalada.
El apoyo a la causa palestina en la calle árabe (incluido en los cinco países que reconocen a Israel) genera poco apetito en las capitales para significarse en estos momentos con una misión liderada por Estados Unidos, pese al impacto económico que genera el bloqueo naval ya las diferencias que mantienen con Teherán.
En Washington han surgido voces en el ala progresista del Partido Demócrata que critican el ataque. Una vez que Biden dio el visto bueno, la Casa Blanca lo notificó al Congreso. Pero los legisladores críticos apuntan que el artículo I de la Constitución obliga al Gobierno no solo a notificarlo, sino a pedir la autorización expresa del Parlamento para ejecutar este tipo de acciones militares. Las acciones del jueves son “una violación inaceptable de la Constitución. El artículo exijo que el Congreso apruebe las acciones militares”, ha subrayado la legisladora Pramila Jayapal.
A la presión militar, Estados Unidos ha sumado este viernes la diplomática y económica. El Departamento del Tesoro ha anunciado sanciones contra dos empresas, una con sede en Hong Kong y la otra en Emiratos Árabes Unidos, por el envío de mercancías iraníes en nombre de la red del facilitador financiero hutí Said al-Jamal, residente en Irán y que cuenta con el apoyo del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica y la brigada Al Quds (IRGC-QF).
La Oficina del Control de Activos (OFAC, en sus siglas en inglés) del Tesoro ha identificado cuatro buques en los que esas dos compañías tienen intereses. La venta de las mercancías que transportaban iba a financiar a las milicias hutíes ya sus ataques contra barcos comerciales.
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